"Toc-toc!"

Adelante

lunes, 19 de julio de 2010

Querido diario ♥ VI

Ahí va la tercera parte de aquella historia sin nombre. No obstante, los protagnositas sí que lo tienen, por fín. Espero que os guste.




ESCOCIA, 1734. Tercera parte.
EL TERCER SOLDADO SIN NOMBRE



Mis ojos no tardaron mucho en acostumbrarse a la oscuridad, tan solo un pequeño hilo de luz que se asomaba por la rendija de una ventana con las puertezuelas de madera iluminaba la habitación. Estaba cerrada con llave. Podía distinguir unos cuantos muebles, pocos, esparcidos por el lugar: una cama, una mesita de noche y una cajonera. El techo, aguantado por vigas gruesas, hacía un poco de pendiente y era más bien bajo, aumentando así mi sensación de claustrofobia. Aquellos soldados me habían dejado allí y se habían ido a beber al piso de abajo. Me encontraba en una posada lejos de mi casa. Mi corazón latía rápido y fuerte; me puse una mano en el pecho para evitar que se escapara y empecé a caminar dando vueltas por esa lúgubre y pequeña estancia. Debía huir de allí, burlar a los soldados y volver a casa, ¿pero cómo? Rápidamente, empecé a numerar cada una de las dificultades de mi propósito. Primero, no veía por dónde salir, la puerta estaba cerrada y por la ventana no podía pasar, era demasiado estrecha y las puertezuelas que impedían la entrada a la luz de la Luna estaban encalladas fuertemente; con mi fuerza no podría abrirlas. Segundo, si conseguía salir de la habitación tenía que bajar al segundo piso, donde trece soldados se estaban divirtiendo riendo a carcajadas. Los podía oír con claridad, sus risas liberadas con grosería y desenfreno y el repicar de las jarras de cerveza anunciando un brindis tras otro. Y tercero, no sabía cómo llegar a mi casa, nunca había estado tan arriba de las montañas y no me conocía el lugar. Si empezaba a caminar me perdería. Además, con mi paso lento y costoso, por culpa de mi tobillo roto, no podría ir muy lejos antes de que los soldados me volvieran a encontrar; ellos llevaban caballos. En caso de que no lo hicieran, igualmente tardaría días en hallar el valle y no tenía ni comida ni agua.
Era inútil intentar escaparme.
Entonces, ¿qué debería hacer? ¿Esperar a que alguno de ellos se cansara de beber y despertara el deseo de satisfacerse conmigo? No, eso sí que no. Mi corazón se aceleró aún más, latiendo con desenfreno, y el aire llegó a mis pulmones espeso y pesado, como una carga que dolía en el pecho y me nublaba la visión. Pánico. El miedo se apoderó de mí y empecé a temblar sin poder controlarme. Quería llorar pero las lágrimas no me salían, tan solo pude dar bocanadas de aire intentando calmar mi ansiedad. Nunca me había sentido así. Me costaba respirar y tenía la sensación de que el mundo se me iba a echar encima, me ahogaba, hiperventilaba, temblaba y no podía pensar.
Así me encontró uno de los soldados cuando abrió la puerta después de quitar el pistillo. Corrió hacia mi y me sujetó de los brazos evitando que me cayera, preguntándome miles de veces si estaba bien.

- ¿Estás bien? ¿Estás bien? ¿Puedes levantarte? Respira, mujer, con calma –oía su voz cerca de mi oreja, casi podía notar sus labios rozando mi pelo-. Inspira contando hasta tres y saca el aire más lentamente, verás como te encuentras mejor. ¿Puedes oírme? Venga, ya cuento yo, inspira; uno...

Aunque me repugnaban sus manos sujetándome y su voz intentando parecer amable, opté por hacerle caso. Estaba siendo presa de una sensación horrible y lo que más deseaba en aquel momento era volver a tener los sentidos correctamente. Así que cogí aire mientras él contaba hasta tres y lo solté lo más despacio que pude, no era fácil, mis pulmones ansiaban coger aire y lo hacían en pequeñas bocanadas apresadas y cortas. Poco a poco, fui recuperando el control de mi cuerpo y dejé de temblar, volví a ver bien y a respirar correctamente.

- ¿Lo ves? Ya está. Ahora túmbate en la cama, debes de estar un poco mareada.

Al oír aquello le clavé una mirada asesina.

- ¡No pienso hacerlo! No dejaré que me toques, tu y tus amigos sois una panda de rastreros, ¡sois unos brutos que abusáis de vuestra fuerza para hacer lo que os da la gana! ¡Pero yo no soy vuestra esclava ni podéis hacer lo que os plazca conmigo!

Quise golpearle pero el soldado interrumpió mi ataque agarrando mis muñecas. Braceé en el aire para escaparme e intenté darle alguna que otra patada, pero todo fue en vano; rendida, dejé de hacer fuerza y le miré a los ojos esperando que mi rabia lo envenenara por dentro. Sin embargo, el soldado no cambió de expresión, me miró firmemente con unos ojos que no expresaban nada que yo pudiese entender. No había en ellos ni rabia, ni burla, ni enojo, ni ambición; más bien parecían mirarme con... ¿comprensión? Me fijé más en él; era uno de los soldados que me habían atrapado, el que acompañaba aquellos dos descerebrados, Ron y Jhony y el mismo que había evitado antes mi...
No quería pensarlo. Bloqueé mi mente evitando el paso de aquellas imágenes, frené el recuerdo desagradable de aquél soldado agarrándome y obligué a mis sentidos a olvidar sus manos, su voz, su olor a sudor... Sabía lo que ese otro soldado había intentado, y sabía que volvería a hacerlo, y tenía miedo.


- Yo no voy a hacerte nada –me dijo el soldado.

Alcé una ceja para que viera la burla pintada en mi cara. Mi voz llevaba impregnado un retintín dispuesto a zaherirle.

- Oh, claro, el soldado no quiere hacerme daño... entonces me tumbaré en la cama mientras él reprime honorablemente sus impulsos... ¿masturbándose, quizás?

- ¡Por el amor de Dios, que no voy a hacerte nada! Puedes creerme o no, pero pronto lo verás.

- ¿Entonces qué haces aquí? ¿A qué has subido?

- Pues a evitar que los otros sí te hagan lo que muy ciertamente temes.

- Oh.

Volví a levantar la ceja. Aquella explicación era la más tonta que había oído nunca. ¿Pretendía tomarme el pelo? ¿Pensaba que era estúpida?

- Vale, puede que con eso no logre convencerte. Simplemente, te lo demostraré. Voy a pasar la noche aquí y no te tocaré ni un pelo.

El soldado se sentó en una esquina de la habitación y apoyó su cabeza en la pared, cerrando sus ojos en ademán de dormir. Pensé que estaba borracho y jugaba conmigo para reírse después, pero no olía a alcohol, ni tampoco cuando lo había tenido tan cerca. Parecía sereno, sobrio, y sus ojos no reflejaban mentira alguna. Sin embargo, la imagen que tenía de ellos, los soldados, me impedía creer en sus palabras.

- ¿Tu nombre? –me preguntó de repente. Me miraba des del rincón, con ojos cansados, amables, curiosos.

- Elizabeth. ¿Y el tuyo?

- Jimmy.

Curioso, como mi padre...
Me acosté en la cama y cerré los ojos. Horas después, me dormí.




14 comentarios:

  1. Se Torna Interesante, quizas un romance de por medio??, veremos que pasa, saludos

    ResponderEliminar
  2. Qué buena onda de ese tercer soldado. Haz dejado la historia en un buen punto, ya veremos qué pasa más adelante :D

    ResponderEliminar
  3. interesante ^^

    ya quiero la otra parte

    ResponderEliminar
  4. Con sus palabras, el soldado es capaz de tranquilizar el más fuerte nerviosismo. Me gusta le época en la que lo has ambientado y el lugar :)

    Un besito muy fuerte.

    ResponderEliminar
  5. I es va dormir???!!!

    Potser ha fet bé... o potser no, però agafar-li confiança a un dels captors-violadors... pot portar-li problemes. (M'encanta l'historia :D)

    Què passaria si les dones fossin més fortes que els homes¿? també els violarien¿? Crec que donaria per a una de les meves "històries" xD

    ResponderEliminar
  6. no confía ni en su propia sombra! jejeje
    me agrado bastante... y pues esperamos la continuación...

    Paz.

    ResponderEliminar
  7. Que interesante, me gusto mucho...!¡!
    Un beso.

    ResponderEliminar
  8. Al final la continuaste a pesar de que te gusta empezar historias pero no acabarlas? Que te impulsó a eso? Un momento de inspiración divina? Quizás hiciste caso a tus seguidores? En cualquier caso, esperemos que la continues.
    Saludos de un perfecto desconocido

    ResponderEliminar
  9. cuanto tiempo, por lo que veo os has tomado un receso, espero y eso termine pronto, ya que él mío ya acabo.

    no leí las otras partes, pero esta me ha encantado, interesante, y repito interesante, ya que a menudo no me agradan las historias contadas desde la mente de una mujer como protagonista, no es machismo, mas bien,… fuerza de costumbre, lo lamento. Un real encanto.

    cuídate mucho, un abrazo, hasta pronto.

    Leonard de Moral

    ResponderEliminar
  10. porque te desapareces.-??

    cuidate mucho.

    mucha suerte y unas sonrisas ^^

    ResponderEliminar
  11. mola! felicitats, ho fas molt bé ;)

    ResponderEliminar